Existe una voz generalizada, incluso en el ámbito de las Relaciones Internacionales, que la pandemia que estamos viviendo va a cambiar el mundo. Y es que, si bien resulta indudable que la pandemia está causando una serie de consecuencias sobre el ser humano y su dinámica social, no parece que vaya a producir muchos cambios en los principales temas que marcan la pauta de la agenda internacional. Puede acentuar algunos procesos, como seguramente va a suceder, pero no transformarlos.
1. En el plano económico se habla de una gran crisis, pero en realidad, el mundo nunca se recuperó por completo de la crisis financiera que inició en Estados Unidos el año 2007. Si se pensaba que esa crisis fue la peor desde el crack de 1929, seguramente fue solo el punto de partida, pues las consecuencias de la pandemia sobre la economía global parece que van a ser mayores (aunque por razones no económicas). Por lo pronto la Reserva Federal de Estados Unidos prevé una contracción económica de la potencia mundial del orden del -6.5%.
Tratándose de América Latina, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticaba, a comienzos de año, que la región iba a mostrar un desarrollo económico decepcionante, creciendo por debajo que otras zonas emergentes. Con la llegada de la pandemia esto no va a cambiar, pero si se va a profundizar, el FMI acaba de señalar que América Latina va a caer -9.4%, consolidándose como la región de peor crecimiento entre los mercados emergentes.
2. En cuanto a la competencia entre China y Estados Unidos, no existe ninguna razón que nos haga creer que algo vaya a cambiar en la post pandemia. Seguro que las tensiones comerciales van a menguar un poco frente al terrible escenario económico, pero el enfrentamiento entre ambas potencias no es económico, es por la primacía del planeta. Si bien el gobierno de Donald Trump ha hecho más visible esta situación, desde los tiempos de Barack Obama y su giro al Asia, la preocupación por la amenaza china ya estaba presente.
Es más, el papel de China como potencia debería verse fortalecido, como viene sucediendo hace varios años. El origen del COVID19, va a ser olvidado gracias a las políticas implementadas por la potencia asiática para hacer frente a esta enfermedad (ejemplo para muchos países del mundo). Asimismo, su compromiso enviando médicos, produciendo material sanitario y brindando ayuda ha sido inmensamente superior a todo lo realizado por Estados Unidos. El interés mostrado por China sobre lo que viene sucediendo en el Perú, por ejemplo, ha sido tangible desde el principio de la crisis.
Por su parte, Estados Unidos va a seguir perdiendo presencia internacional. Desde antes de la pandemia, la importancia de Estados Unidos a nivel mundial ya venía siendo cuestionada. El poco interés mostrado por Trump por los problemas que aquejan al planeta y su desprecio por las principales organizaciones internacionales que resultan de gran relevancia para promover la cooperación entre los países, se ha visto reforzado con la pandemia. Estados Unidos será recordado por ser el epicentro de la enfermedad, con el mayor número de contagios y fallecidos, incluso por encima de países muy afectados como Italia y España. Además, las restricciones implementadas al libre comercio de material sanitario y sus críticas a las Organización Mundial de la Salud, denotan que estamos frente a un proceso de pérdida de liderazgo que continua.
3. Otro tema que ha generado mucha atención a nivel internacional, está vinculado con el ascenso de una extrema derecha que se consolidó primero en Europa y que luego se expandiría al mundo entero, desde Filipinas, hasta Brasil y Estados Unidos. ¿Por qué la pandemia tendría que cambiar esta situación? Más bien, la crisis ha llevado a que los Estados, tan cuestionados en los últimos tiempos frente al cada vez mayor papel que tienen otros actores internacionales, se presenten en esta crisis como los únicos capaces de tomar medidas para salvar a su población y a su economía. En este escenario no sorprendería que movimientos o partidos políticos que hagan énfasis en un mayor papel del Estado se vean favorecidos. En el Perú encontramos algo de esto en el actual Congreso, por ello no será una sorpresa que en las elecciones presidenciales del próximo año tengan una presencia importante.
Asimismo, el cierre de fronteras, una de las medidas más populares tomadas por casi todos los gobiernos para hacer frente a la pandemia, ha desnudado lo frágil de la integración que creíamos haber alcanzado. La crisis de la globalización es algo de lo que se viene discutiendo hace algunos años, la pandemia solo la está haciendo más visible.
Podríamos seguir hablando de la crisis del orden liberal, la crisis de la gobernanza regional y global, la crisis del multilateralismo, todos procesos que existían antes de la pandemia y que seguramente se verán potenciados por la misma.
Cuando a Eric Hobsbawm se le preguntó acerca de las consecuencias de la Primavera Árabe, un año antes de fallecer, él dijo que no esperaba muchos cambios y veía pocas posibilidades de gobiernos democráticos en el mundo árabe, aunque en el largo plazo todo sería distinto. Por ello, probablemente en 50 años cuando nos preguntemos a partir de qué momento el mundo cambió, identificaremos a la pandemia del COVID19 como el punto de partida. Recién allí podremos encontrar su real importancia.
(Ilustración: grupoverona.pe)