Hace unos días, un grupo de ex cancilleres peruanos hizo público un comunicado en el que rechazan el intento del gobierno de Donald Trump por postular a un candidato de dicho país, para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La principal crítica que señalan es la ruptura de una tradición (“norma no escrita” como la llaman), iniciada por el propio Estados Unidos desde la creación del BID en el año 1959, que suponía tener siempre la presidencia a cargo de un ciudadano proveniente de un país latinoamericano y la vicepresidencia en un ciudadano estadounidense. ¿Por qué romper esa tradición en este momento? Siendo el BID una importante fuente de financiamiento para los países de la región, es totalmente contraproducente que sea un estadounidense quien dirija el BID, más aun cuando Estados Unidos es el principal aportante del organismo y su sede principal es en la ciudad de Washington. Considerando que el histórico intervencionismo de Estados Unidos sobre la región ha sido una constante fuente de conflicto, el BID podría haber representado más de lo mismo, pero felizmente esto no ha sucedido así.
Por ello, la postulación de Mauricio Claver-Carone, actual asesor de seguridad para la región de Trump y duro crítico de los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, y en general, de todo aquello que pueda estar vinculado a la ola progresista que dominó la escena latinoamericana hasta hace pocos años, puede politizar mucho el vínculo con la región. Si bien el BID, de forma peligrosa a mi parecer, ha reconocido a Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela, tener a una persona como Claver-Carone al frente del BID puede dividir más a todo el continente; además de generar serios cuestionamiento en relación a las prioridades que el BID puede tener en los próximos años.
No obstante, hay dos razones adicionales que deben resaltarse para entender los cuestionamientos que empiezan a surgir. En primer lugar, luego del poco interés (por no decir desprecio) que desde su campaña a la presidencia Trump ha mostrado por América Latina, ¿por qué habría que confiar en la actualidad en Estados Unidos para dirigir un organismo financiero que ha sido muy importante para la región? Cierto es que América Latina ha ido perdiendo importancia relativa para Estados Unidos desde los 90s, pero con la actual administración republicana se ha llegado a un punto nunca antes visto. Parece no existir una agenda cooperativa con la potencia mundial (Trump ni siquiera asistió a la última Cumbre de las Américas, donde seguramente no tenía nada que decir), y solo predominan temas como la migración o el narcotráfico pero desde una perspectiva que solo hace énfasis en los intereses estadounidenses.
Y, en segundo lugar, en un contexto determinado por la competencia entre Estados Unidos y China, controlar el BID puede servir a los intereses estadounidenses. Recordar que uno de los aspectos que genera mucha atención para Estados Unidos sobre la presencia china en América Latina, es el papel financiero que el gigante asiático ha comenzado a tener en la última década, siendo fundamental para la sobrevivencia de países como Venezuela, Ecuador y Argentina. En tal sentido, el BID puede darle herramientas que le permitan a Estados Unidos competir con China en este ámbito a nivel hemisférico. En una entrevista a inicios del presente año, Claver-Carone se refirió a las relaciones “innaturales” que países como Ecuador, Bolivia y Perú han tenido con China y que China es sinónimo de deuda, dependencia y corrupción para la región. Ya sabemos hacia donde puede ir el BID con Claver-Carone.
Pero, ¿acaso Claver-Carone tiene posibilidades de ganar la presidencia del BID en setiembre próximo como para preocuparse? Lamentablemente, la respuesta es positiva. Para ser elegido se necesita la mayoría absoluta del poder de voto (que se mide en función de capital aportado al organismo). Si bien Estados Unidos solo tiene el 30%, con el apoyo de países como Brasil (11.3%), Colombia (3.1%), Uruguay (1.2%), la Venezuela de Guaidó (3.4%), y otros países de menor influencia (Bolivia, Paraguay, Ecuador, Haití y Honduras), tiene casi los votos necesarios. Sin embargo, se necesita un segundo requisito, contar la mayoría absoluta de los países miembros de toda América (28 países, incluidos Estados Unidos y Canadá). Claver-Carone dice tener 15 votos. ¿Cuál será la posición del Perú, un tradicional aliado de Estados Unidos en la región? ¿Podrá tener un voto independiente al margen de los intereses de Trump? En todo caso, cualquiera sea el voto del Perú, no deja de ser irónico que, aunque cabe la posibilidad que Trump pierda las elecciones y se vaya de la Casa Blanca en poco tiempo, puede dejarnos por cinco años a su representante en el BID.
(Ilustración: brazilian.report)